martes, 5 de febrero de 2008

LAS MEJORES PELÍCULAS DE TERROR

Las diez mejores pelis de terror (Parte I)


Creo que era James Cameron, en una entrevista dedicada a Aliens, el que decía que la popularidad del cine de terror se debía a la vida acomodaticia que llevamos en el mundo occidental. Me explico (se explica él, mejor dicho): el ser humano se caracterizaba en sus albores por su debilidad, por su papel de presa fácil dentro de la jerarquía natural. En cierto sentido echamos en falta las descargas de adrenalina necesarias en aquellos tiempos para la supervivencia, para poder correr como perros cuando cualquiera de los bichos que pululaban por la prehistoria quería hincarnos el diente, y las intentamos sustituir por pasar algo de cómodo miedo en la butaca de la sala de cine mientras comemos unas palomitas, recreándolas virtualmente a través de los sufridos personajes.
Con una idea más amplia, se puede decir que el género terrorífico es el medio perfecto para permanecer en contacto con nuestra mitad más oscura y, gracias al efecto catártico de cualquier obra de arte, poder vencerla. Una terapia contra nuestros miedos atávicos, reales o sobrenaturales, que quedan despojados de importancia al abrir los ojos hacia ellos y finalmente volver a arrinconarlos cuando se encienden las luces de la sala. Una terapia contra el mal, no sólo el que nos daña sino también con el que podemos dañar (se experimenta el papel de asesino junto al de víctima, diría yo), contra lo desconocido y, en definitiva, contra la muerte, que palpita por debajo de todo la muy cabrona. Y de vuelta al día a día más anchos que largos.
De cualquier modo, tantas horas de insano esparcimiento se merecen un articulillo. Aquí os dejo una lista con las películas de miedo que más me han acojonado y divertido.

Hellraiser (Clive Barker)


Es mundialmente conocida por haber dado pie a un lamentable juego de palabras con su título, origen del nombre de una sobresaliente bitácora del ciberespacio. Supuso el debut de Barker en la dirección de un largometraje, que dio el salto desde su faceta de novelista. Parte de la particular filosofía sexual del Marqués de Sade, para crear un argumento inteligente de principio a fin, mientras hurga en la irremediable tendencia del ser humano hacia lo perverso. Gloriosas escenas eróticas en las que se mezclan el placer y el dolor a través de imágenes grotescas (el tipo anda todo el día por ahí sin piel, sobando a la otra), junto a un impresionante diseño artístico (la caja, por encima de todo) que forma parte ya de la memoria de los aficionados junto al peinado de la novia de Frankestein o las garras de Fredy. El posterior y escaso trabajo del cineasta no la hace justicia, al igual que sus siete u ocho secuelas.

La cosa (John Carpenter)


Creo que es uno de los pocos casos en los que un remake supera a la original. Basada en El enigma de otro mundo, atribuida a Howard Hawks, introduce la idea de que el monstruito extraterrestre puede mutarse en cualquier forma orgánica que desee, lo que consigue dotar a la película de un aire de suspense que su predecesora no poseía, ya que la historia gira en torno a la sospecha por parte los expedicionarios de que cualquiera de ellos puede ser el nada amistoso visitante; atención al soberbio final abierto. Destacan también los alucinantes efectos especiales y de maquillaje, estos últimos a cargo de Rob Botin y la mil veces demostrada pericia de Carpenter a la hora de filmar en scope. La vi con unos diez años y me marcó para siempre: quién podía pensar que se puede pasarlas putas y disfrutar al mismo tiempo.

The Ring (Hideo Nakata)


Paradigma del cine de miedo nipón moderno, plantea los lugares comunes que se han repetido hasta la saciedad en las producciones japonesas que la siguieron: La niña espectral con pelo lacio sobre la cara que viene del más allá haciendo extraños ruiditos y contorsiones, el crimen violento como origen de la historia, los personajes hundidos en depresiones y la sombría fotografía con cielo nublado y lluvia como elementos esenciales. La verdad es que me pone los pelos como escarpias. Aunque es deudora directa de la fascinación oriental por los fantasmas, creo que el argumento se parece sospechosamente a uno de los mejores clásicos occidentales del género, Al final de la escalera, de Peter Medak. El posterior remake de los americanos, tan aficionados a reventar el talento ajeno en nombre de los beneficios económicos, no está nada mal tampoco, y además enseña las tetillas de esa preciosidad que es Naomi Watts.

Continuará...

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