miércoles, 12 de marzo de 2008

DE COMPRAS EN NEW YORK, SOBRE TODO EN MEAT-PACKING

1. BARNEYS
En Nueva York existe una auténtica cultura del shopping en grandes almacenes. Cada uno tiene su estilo: Bloomingale’s, Bergdorf Goodman, Saks Fifth Avenue… Pero Barneys es la meca desde 1923. Desgraciadamente, sus precios están a la altura de sus marcas. ¿Lo mejor? Esperar al legendario evento que la casa organiza dos veces al año ¡con descuentos de hasta el 70%! Eso sí, paciencia, porque las colas son interminables. 255 West 17th Street

2. CENTURY 21
Este enorme almacén, ubicado al sur del distrito financiero, es toda una institución en la ciudad. Puedes encontrar de todo a ¡mitad de precio! Y de marca, por supuesto. 22 Cortlandt St.

3. ‘VINTAGE’
¿Zapatos Chanel por sólo 50 dólares? El gusto por hurgar y husmear entre la ropa de segunda mano es muy típico del Downtown neoyorquino. Hay que saber un poco de moda para encontrar verdaderas reliquias a buen precio, pero el esfuerzo vale la pena. Busca en: Tokio 7 (64 East 7th Str), Alice Underground (481 Broadway) o Resurrection (217 Mott Str).

4. ZARA
La última adicción de las neoyorquinas: Zara. La empresa española no sólo ha conseguido democratizar el diseño de moda en todo el mundo, sino que comparte calle en la mismísima Quinta Avenida con las mejores marcas de lujo: Gucci, Armani, Louis Vuitton o Prada. 101 Fifth Avenue.

5. E-BAY
La gran revolución: comprar por internet. Las subastas de e-bay han supuesto un cambio radical en los hábitos de compra del mundo entero. Gangas, oportunidades, tesoros y otros objetos increíbles hacen de la web un lugar de encuentro obligatorio para adictos a la moda. www.ebay.com

El Meatpacking, un distrito de apenas doce bloques abierto al río Hudson y enmarcado por Chelsea, el West Village y Tribeca, es uno de los pocos escenarios capaz de epatar al que asoma sus ojos curiosos a este teatro del mundo . Sólo aquí se puede ver a los curritos de las empacadoras y almacenes de carne –vestidos con batas blancas con rastros de la carne sacrificada de madrugada que da nombre al barrio– tomando un tentempié en uno de esos carritos de perritos calientes tan típicos, o en el Pastis, la brasería del célebre restaurador Keith McNally. Mientras, a las puertas de lujosísimos restaurantes aparcan lustrosos Rolls Royce, las limusinas con más charme de Manhattan, esperando a que sus clientes acaben las compras en las tiendas chic del área. Por la noche, las discos y night clubs toman el relevo, sin permitir que la energía decaiga ni una sola de las frenéticas 24 horas del Meat.

«Gansevoort es, probablemente, la única calle en Manhattan, y puede que en el mundo, donde resulta fácil encontrar en una incursión un trozo de vaca y un sofá de los años setenta en perfectas condiciones», ha escrito Michael Cunningham, autor de “Las horas”. Aquí está el hotel Gansevoort, desde cuya terraza se disfruta de una panorámica de 360° de la ciudad, y en la que puedes darte un chapuzón en la piscina de la azotea que, por cierto, tiene un sistema de altavoces sumergibles para escuchar música mientras buceas. Las celebrities adoran este hotel –allí estuvimos con Scarlett Johansson o Gisele Bünchen–, cita obligatoria de encuentros con la prensa de medio mundo.

Los precios, por las nubes
Los negocios relacionados con la carne van desapareciendo, engullidos por otros más sofisticados que han rediseñado la zona y elevado el precio de su metro cuadrado a los cielos. Alexander McQueen, Stella McCartney o Dia- ne von Furstenberg han abierto aquí sus sedes insignia: «Nuestros clientes buscan cosas únicas y no les importa aventurarse; ni tampoco el precio», asegura Nagisa Imaizumi, RRPP de Destination. Nagisa cuenta que una vez se topó con una nariz de cerdo en la calle junto al escaparate: «Dios mío, ¿realmente estoy en Manhattan?» ¿Dónde si no se pondría de moda entre ricos y famosos una zona en la que a las tres de la tarde puedes darte de bruces con cubos llenos de despojos? «Emoción. Es lo que hace diferente a esta zona.» Florent Morellet es uno de los personajes clave en el desarrollo del barrio. Abrió su restaurante, Florent, un viejo dinner americano, en Gansevoort Street, en 1985. Desde entonces, este bistró francés se ha convertido en un punto de encuentro para artistas, escritores, activistas políticos, night clubbers y, por supuesto, meatpackers. «Todo el mundo me pregunta cuándo inició su despegue el Meatpacking. Es imposible saberlo. Es como cuando coges un tren. No te enteras de que sale porque lo hace muy suavemente; ahora, no notas que se mueve, pero ves que las cosas pasan a gran velocidad.» Morellet goza de una inmensa influencia en la zona. «Pedro Almodóvar acostumbra a venir al restaurante. Me cae muy bien.»

Si algo caracteriza a los meatpackers es su lucha por conservar el carácter y la arquitectura del distrito. La profusión de galerías de arte y la cercana apertura de un museo legitiman sus aspiraciones. Todo va a más. La actividad en la calle es febril, un río de gente entra y sale de los restaurantes y night clubs constantemente. Decenas de camiones esperan alineados. Huele a carne fresca.

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