Dicen en El Mercurio de Chile que los futbolistas piensan en gastar su dinero en coches caros y en salir por la noche consumiendo alcohol de forma moderada. Lo suyo no es la lectura y la música sí pero no la clásica. No sé si será un tópico pero parece que socialmente no están bien considerados. Corre incluso el debate sobre quien tiene menos cosas en la cabeza, los futbolistas o las modelos. En todo caso Dios los cría y ellos se casan. Es tanto el arraigo social del fútbol, paradójicamente, que un alto número de padres ya se ven retirados por su propio hijo a nada que éste llegue a la mayoría de edad y juegue en un grande. Para ratificar lo de la juerga, tenemos el caso de Diego Tristán. Quién le ha visto y quién le ve. Claro que si el tema es general habrá que pensar que los estudios del departamento de neuropsicología y neurología deportiva del hospital de Santa Ana, en Geldrop (Holanda) están en lo cierto. Son demasiados golpes en la cabeza, sobre todo los del balón, y no son gratuitos. Todos dejan huella. Más golpes, peores resultados en las pruebas mentales. Quizás sus cabezas estén algo lastimadas pero no así sus bolsillos. Sus ingresos se cuentan en millones de euros.
Pero hay un entrenador que sí tiene algo en la cabeza. Es Batista y en la cabeza tiene el equipo que defenderá a Argentina en las Olimpiadas de este mes de agosto en Pekín.
Lo más habitual es que un futbolista piense en ir, "sueñe", a un grande. Puede que sea un tópico, otro, pero se dice que los futbolista brasileños tienen mucho talento pero poca cabeza. No sé si está demostrado. En fin que entre las más bien pocas cosas que tiene un futbolista en la cabeza parece que no falta, nunca, alguna que otra "top model".
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