lunes, 4 de mayo de 2009

El asesino de los Jiménez Becerril disfrutará de la paternidad con su compañera Pedrosa en régimen especial

Extraña la sensación que recorre mi cuerpo al percibir la gran paradoja de esta noticia. Tenemos por un lado a los asesinos del matrimonio Jiménez Becerril. Tras su muerte sus tres hijos quedan totalmente huérfanos. Quienes les matan desprecian la vida, es claro. Por otro lado tenemos ahora a los Azurmendi Pedrosa etarras no arrepentidos que estando en prisión consiguen convivir y que ahora se enfrentan a la terrible condena de ser padres. Digo lo de condena porque debe ser muy doloroso para una persona que antepone la muerte a la palabra tener que educar a un recién nacido ha de suponer un tremendo desequilibrio interior. Si el niño con sus lloros demuestra su desacuerdo ante los potitos de ternera, sus padres se mostrarán compasivos y le ofrecerán uno de frutas del bosque o quizás se cuadren delante suyo y empuñarán un revólver con balas de fogueo de forma amenazante. Le arrullarán con palabras y mimos o quizás le hablen del coco que aparecerá por la puerta con un pasamontañas tapándole la cara. ¿Tendrá ese niño o niña alguna opción de demostrarse que ha tenido una equivocación de padres asesinos?

No veo ninguna lógica a que quienes han asesinado por principios, quienes han generado tres inocentes huérfanos de un solo frío tiro, puedan ahora educar a ningún hijo. A veces uno se asusta de lo que pasa en este país.


L D (Europa Press) La decisión de agrupar a Azurmendi y Pedrosa, miembros del grupo Andalucía que asesinó al matrimonio Jiménez Becerril, lleva la firma del juez central de Vigilancia Penitenciaria. Mikel Azurmendi Peñagarikano y José Luis Barrios fueron condenados a 60 años como autores materiales de los disparos que acabaron con la vida del concejal y su mujer, Ascensión García, mientras que Maite Pedrosa fue condenada a 10 años de prisión por un delito de conspiración para cometer homicidio terrorista, al no haber participado directamente en la acción terrorista.

El Tribunal Supremo elevó después la pena a 12 años. Azurmendi y Pedrosa no han mostrado discrepancia alguna con la dirección de ETA, ni se han desmarcado de la violencia, según las fuentes consultadas.

A diferencia de los asesinos de Miguel Angel Blanco, Javier García Gaztelu, 'Txapote', e Irantxu Gallastegi, 'Amaia', Azurmendi y Pedrosa no han necesitado ser padres para poder estar juntos. Ambos ya estaban en la misma prisión, la de El Acebuche (Almería) desde 2003 para facilitar el cumplimiento del auto del juez de 1999 en el que reconocía su derecho a comunicarse. El auto fue dictado al poco de ser condenados por los asesinatos de Sevilla.

Pedrosa y su hija podrán recibir la visita correspondiente de Azurmendi en el módulo de madres de Albolote, donde cumplen condena una treintena de presas comunes con hijos de menos de tres años. En la actualidad, los etarras Igor Solana y Eider Pérez, que también tienen un hijo en común, viven una situación similar en la cárcel de Valencia.

La pareja trasladada ahora a Granada tiene un amplio historial criminal. Azurmendi, antes de integrarse en el grupo Andalucía, fue miembro del grupo Madrid y está condenado por el atentado de la Plaza de Ramales de Madrid que costó la vida a tres personas en 1994. Por su parte, Pedrosa, encabezó un grupo en Vizcaya en 1993 y al año siguiente ya participó en el atentado con bomba-lapa que costó la vida a un guardia civil en Bilbao.

Según los hechos probados, la noche del 29 de enero de 1998, José Luis Barrios y Mikel Azurmendi abordaron a pocos metros del portal de su casa al matrimonio Jiménez Becerril. Azurmendi fue el primero en disparar en la nuca al concejal, mientras que Barrios lo hizo contra Ascensión García cuando ésta intentaba asistir a su marido. La pareja dejó tres hijos, que entonces tenían entonces 5, 7 y 8 años.

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